La hora.


Parece que a todxs nos gusta venir a este lugar cuando hay días cálidos en temporada fría.
Me siento en mi lugar favorito y lxs observo venir. Y a mí misma, observadora y también partícipe, como si fuera una narradora sumergida en el mundo de su cuento, mientras busca, curiosa, esa pequeña historia que pide ser contada. Y desde ahí es que observo que nos gusta venir a este lugar, lugar que secretamente nos invita cuando hay días cálidos en esta temporada fría, quizás a respirar bajo el Sol, a tomarnos un momento de descanso, de pausa de todas las historias que cada unx protagoniza.
Y por un instante mi perspectiva toma un giro que es involuntario y algo parecido a una línea temporal distinta se acomoda en la escena, creando la atmósfera de una realidad en la que no existe el dolor, la enfermedad ni el sufrimiento. Y lxs veo venir, respirando, sonriendo, contemplando los colores del atardecer sobre el río, y aquellas formas magníficas de las nubes suspendidas en un cielo que parece que ahora sí se extiende infinito más allá del horizonte. Nadie adolece en este lugar, y el aire abunda tibio y liviano, pudiendo ser respirado sin darle lugar a miedo alguno. "Pequeño adelanto de temporada cálida" pienso, y anoto en mi cuaderno algunas líneas sobre aquellxs niñxs que juegan divertidxs con un árbol mientras sus abuelxs miran y sonríen.
Respiro hondo y en calma, y me hundo cómoda en el pasto que me sostiene y que crea para mí el lugar al que llamo Favorito.

La línea temporal alterna se desvanece cuando se aproxima La hora y todxs comienzan a abandonar sus lugares para luego desaparecer casi espontáneamente, casi al unísono.

Comentarios

Entradas populares